¿Y qué quiero yo?

Quiero, parar de fingir que tengo dos vidas, que de lunes a viernes soy una persona, y los fines de semana otra, parar de tirar por el precipicio las semanas, porque escalar a veces cuesta mucho, sobre todo cuando la montaña es alta.

Quiero recordar felicidad, aunque sea lo que más duela, porque ya no la tengo.

Quiero grises, y colores, porque blanco o negro nunca debería ser una opción.

Quiero cosas que ni me puedo imaginar, pero sí, las quiero, pero es que se me está olvidando que las esas cosas que quiero requieren esfuerzo, sacrificio, constancia, claridad.. "Nadie va a hacer lo que tú no hagas por ti mismo"

Quiero no tener la necesidad de echarme de menos a mí mismo, poner los pies en la tierra, dejar de soñar con lo del cielo.

Quiero que si me caigo no me levanten, que me ayuden cuando estoy en el suelo para que yo me levante solo.

Pensar con el corazón, actuar también.

Te paras a pensar, ibas a razonar si lo que estabas haciendo era lo correcto, y te das cuenta de que haya sido así o no, no podrás echar el tiempo atrás para arreglarlo, porque ya ha ocurrido, has metido la pata, lo hiciste mal y tendrás que cargar con la consecuencias.

Te arrepientes de lo que hiciste y estas jodido porque harías cualquier cosa por cambiarlo, empiezas a cuestionarte por qué no piensas las cosas antes de actuar, pero ni tú mismo sabes responder a esta pregunta que te haces tanto durante estos últimos años.

Y si, todos merecemos una segunda oportunidad, pero aun así hemos de tener en cuenta que las decisiones inteligentes las tomamos con la cabeza y las sabias, vienen del corazón.

En un mar de dudas.

Y es que sin darte cuenta estás en mitad del océano, rodeado de problemas, excusas, ah, y de esos no sé que no te dejan ver la luz en la superficie del agua, impidiendo que salgas a mirar qué es lo que está ocurriendo, qué estás haciendo mal, y sobre todo, qué hay que hacer para arreglarlo.
No todo va como quisieras, porque te encabezonas en depender de los demás, en que la felicidad es un destino, y no es así, o por lo menos no debería, tendría que ser una actitud con la que caminemos por la vida.
Ayer desde la orilla de la playa mirabas con esa persona que "te hace feliz" la meta que te habías propuesto, hoy te encuentras solo, no sabes ni donde está dicha orilla ni qué dirección debes tomar para alcanzarla, y mañana todo dependerá de tus decisiones, de las buenas para avanzar hacia ese final, o de las no tan buenas para darte cuenta de que ese no era el camino correcto.

La clave es el día a día.

Estoy deseando terminar la carrera, aunque todavía no he empezado con las clases del primer curso.
Voy a estudiar psicología, me veo capaz de ayudar a las personas con problemas, trastornos o con cualquier obstáculo que se interponga entre su meta y ella. Creo que esta etapa me va a cambiar, me volverá mas maduro, mas preparado para afrontar lo que me espera en el futuro, la vida.
Es cierto que quiero terminar, es un objetivo que me he puesto, a largo plazo, pero sé que no valdrá la pena conseguirlo si no disfruto cada día, paso a paso, si no consigo sacar lo máximo de mi en cada momento para que no me tenga que hacer la pregunta de: ¿Qué hubiera pasado si hubiese hecho más? Es imposible responder esta pregunta, y por eso no quiero hacérmela. Si, las cosas imposibles existen, hay que ser realistas.
Este final que me he propuesto sería una de esas cosas imposibles que he mencionado anteriormente por lo que lo he llenado de pequeñas paradas, objetivos a corto plazo, en los que tendré que trabajar, sacrificar cosas, y echar tiempo y ganas, pero que me ayudarán a dar cada día ese mejor de mi para estar poco a poco más cerca de mi meta.
 Lo que es fácil llegará un día en el que deje de merecer la pena; lo que te ha supuesto un esfuerzo, tendrá su valor; pero por lo que has trabajado duro por mucho tiempo, serás incapaz de ponerle un precio, y esas son las cosas más valiosas de la vida.